El síndrome de Down es un reto para las familias. Los padres se enfrentan a dificultades de aprendizaje que no conocen. Los hermanos tienen un hermano o hermana con el que no saben cómo relacionarse. Puede resultar aún más sorprendente para las madres embarazadas que esperaban un embarazo normal. Todos sus planes, los futuros imaginados y las alegrías anticipadas desaparecen de repente ante un futuro inesperado.

Una de las razones por las que las mujeres abortan es porque creen que su hijo tendrá una “calidad de vida” deficiente. En el Día Mundial del Síndrome de Down, es importante rechazar la idea de que una vida con discapacidad no es una vida que valga la pena vivir. Aunque se está convirtiendo en una creencia cada vez menos popular, en Right to Life of Michigan estamos orgullosos de defender la verdad de que la vida es buena, hermosa y que vale la pena vivirla, independientemente de la posición en la sociedad, las características físicas y la salud. La vida es un regalo, no algo que se le pueda quitar a quienes se consideran “menos dignos” que otros. Es cierto que la vida puede ser difícil, pero las vidas difíciles requieren apoyo y amor. Nuestro objetivo siempre debe ser producir prosperidad, no impedir la vida.

Hoy, nuestra cultura ha aceptado la idea de que la única moralidad del universo se encuentra en hacer lo que uno quiere, sin importar las protestas de la sociedad o de las personas que nos rodean. Una madre embarazada cuyo hijo no nacido ha sido diagnosticado con síndrome de Down podría considerar el aborto, y casi con toda seguridad sus médicos se lo ofrecerán con el pretexto de evitarle una carga o ayudarla a tener un hijo con una mejor calidad de vida. Si esa madre aborta, la sociedad aplaude o se encoge de hombros. Ella hizo lo correcto según sus estándares. No dejó que nadie más le dijera lo que tenía que hacer. Pero si esa misma madre considera el aborto, preocupada por el futuro incierto y las dificultades que traerá consigo un hijo con síndrome de Down, y decide no abortar al bebé, la sociedad la mira confundida. Ella pensó en el aborto. Habría sido mucho más fácil. ¿Por qué dejaría que sus deseos y posibilidades de una vida más feliz y fácil se fueran por la ventana?

Nuestra cultura se ha inspirado en el nihilista Nietzsche, que creía que era mejor matar una cucaracha que una mariposa por razones de “estética”, y que imponer su voluntad al mundo era lo único moral que una persona podía hacer. Debemos rechazar esta visión del mundo si queremos valorar a los débiles y a los discapacitados.

Un niño con síndrome de Down necesita una familia con cantidades excepcionales de amor y fortaleza. Tanto el niño como la familia tendrán un tipo de vida diferente, con diferentes dificultades, diferentes alegrías y diferentes formas de experimentar el mundo. Pero una vida diferente no es peor que cualquier otra vida, y eso no significa que un niño con síndrome de Down nunca debería haber nacido.

En Right to Life of Michigan hemos recopilado muchas historias reales de personas que han superado discapacidades y circunstancias difíciles. Puede leerlas aquí en nuestro sitio web: RTL.org/historias-de-la-vida-real.