Todo el mundo está de acuerdo en que encontrar la cura para una discapacidad o enfermedad es motivo de celebración. Cuando Lauren Schaidt vio un titular que anunciaba la eliminación del síndrome de Down en Dinamarca, pensó que sería un artículo de celebración.
“Pensé, genial, deben haber encontrado una forma de evitarlo”, dijo Lauren.
Sin embargo, una tendencia aterradora en la sociedad actual es eliminar a los discapacitados en lugar de la discapacidad. Al leer el artículo completo, Lauren tuvo una reacción muy diferente.
“Leí que era porque habían estado abortando a los bebés que eran diagnosticados en el útero. Me horroricé”, dijo.
En Dinamarca, las tasas de aborto de bebés con síndrome de Down han alcanzado casi el 100 por ciento, eliminando a casi todos los niños con síndrome de Down en ese país. El problema no se limita a Dinamarca. Un estudio de 2012 de la Universidad de Carolina del Sur analizó 25 estudios separados sobre el número de abortos por síndrome de Down y descubrió que un promedio del 67 por ciento de los niños diagnosticados con síndrome de Down en el útero son abortados.
Si bien existen innumerables ejemplos de personas que viven vidas felices y plenas con síndrome de Down, aún es difícil para la cultura actual ver a la persona humana como algo más que su discapacidad.
Lauren tiene su propia experiencia de ser atendida únicamente por su discapacidad. Le diagnosticaron artritis reumatoide juvenil (ARJ) cuando era bebé. La artritis reumatoide juvenil es un tipo de artritis que suele aparecer en niños menores de 16 años y tiene distintos grados de gravedad. También se la conoce como artritis idiopática juvenil. En el caso de Lauren, tuvo que usar una silla de ruedas o muletas durante la mayor parte de su infancia y adolescencia.
Lauren es ahora profesora de español en la Lutheran High School North en Macomb, Michigan. Varias cirugías finalmente ayudaron a Lauren a caminar sin ayuda. Aunque todavía sufre artritis, puede hacer muchas más cosas de las que podría haber imaginado cuando era niña.
Lauren dijo que, durante su infancia, muchas personas solo se fijaban en las cosas que no podía hacer, no en todas las cosas que podía hacer. La gente la miraba con lástima o le hacía comentarios al pasar junto a ella. Una vez le pidieron que participara en un anuncio de televisión para apoyar la investigación sobre su enfermedad. Tenía solo cinco años, pero recuerda cómo se sintió con esa experiencia.
“Tuve que sentarme allí mientras alguien hablaba de todas las cosas que no podía hacer”, dijo. “La intención era buena: apoyar la investigación para esta causa. Pero no me gustaba la forma en que retrataban mi vida. Pensé: esta no soy yo”.
Lauren recuerda haberle dicho a su madre lo que sentía al respecto, y su madre se aseguró de que no publicaran un anuncio con ella.
“La discapacidad en sí misma es algo negativo, pero no la relacioné con mi vida”, dijo Lauren. “No quería que esa fuera mi historia. También hay muchas cosas buenas en mi vida”.
A Lauren le gusta contar su historia de esperanza para alentar a otras personas con discapacidad y a sus padres, demostrando que hay más en la historia que la discapacidad en sí.
“Descubrir una discapacidad puede ser algo aterrador, pero quiero que la gente sepa que puede estar bien, que su hijo puede estar bien”, dijo. “La gran pregunta que se hace la gente es: ¿qué calidad de vida tienen las personas discapacitadas? Bueno, yo tengo una gran calidad de vida. Algunas personas no pueden imaginarlo, pero quiero mostrárselo”.
El sufrimiento, explicó Lauren, es poco comprendido por nuestra cultura, que parece creer que las vidas de los discapacitados no valen la pena ser vividas, incluidos los niños con síndrome de Down.
“La gente no se da cuenta de la alegría que se puede experimentar a través del dolor y el sufrimiento”, dijo Lauren. “Sí, uno espera superarlo, pero también hay muchas bendiciones en el camino”.
Lauren atribuyó su fe en Dios como un factor enorme que la ayudó a lidiar con el sufrimiento. Dijo que el versículo bíblico Romanos 8:28 es una poderosa inspiración para ella, porque dice que Dios sacará algo bueno de cada circunstancia.
Lauren espera que las muchas personas que se enfrentan a decisiones de vida o muerte relacionadas con niños con síndrome de Down u otras discapacidades puedan llegar a comprender la importante verdad: su vida siempre tiene valor.
“La vida es siempre un regalo de Dios”, afirmó. “En cualquier circunstancia o etapa”.